Al calor del fuego

Queso y dulce, el mejor matrimonio

Es un postre que nunca pasa de modo. Rápido, económico y muy rico está en la mesa de los argentinos desde hace más de un siglo.

¿Por qué nos gusta tanto la combinación del queso con el dulce? La verdad es que no hay una explicación pero, si miramos para atrás, queda comprobado que en diferentes versiones fue y es un postre elegido por la mayoría. Parece que entre 1890 y 1920, el dulce de membrillo con queso ya estaba en todas las mesas argentinas. Recién después apareció el dulce de batata, con una elaboración más compleja. Si en Uruguay lo llaman “Martín Fierro” y en Brasil, “Julieta y Romeo” (ellos usan pasta de guayaba), en Argentina lo bautizaron como “Vigilante”, porque dicen que lo comían los policías mientras hacían sus guardias en las esquinas. Hagamos un paréntesis: según algunos historiadores, todo nació en un bar del barrio porteño de Palermo, a principios de la década de 1920, donde se ofrecía ese postre por veinte centavos. Los policías que estaban de ronda empezaron a comprarlo porque lo comían fácilmente, sin necesidad de sentarse ni usar un plato y cubiertos. De ahí lo de “vigilante”. Otro paréntesis: ¿Sabés cómo dicen que nació el dulce de batata? Aparentemente fue en un convento de monjas en Puebla, México, cuando se anunció que iría de visita un obispo y la madre superiora pidió que se esmeraran en la cocina. La leyenda cuenta que una novicia sugirió utilizar las batatas que les llevaban de regalo los fieles y, como no había otra cosa, le dieron permiso. Así improvisó un dulce que le salió riquísimo y que terminó teniendo la bendición del obispo.

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Ahora bien, la cosa no se acaba en la pulseada entre el membrillo y la batata o el queso fresco y el tipo Mar del Plata. Hay una diversidad de dulces y también de quesos que se superponen para gusto de los que adoran el agridulce: En el noroeste argentino se sirven deliciosos quesillos con dulce de cayote y también quesillo de cabra rociado con miel de caña o arrope de tuna. En cambio en el noreste, comen queso fresco con dulce de mamón. En la otra punta del mapa, en la Patagonia, se le monta al queso de oveja un dulce de saúco o frambuesas. Por su parte, en el litoral se prefiere queso fresco con dulce de naranjas agrias. Distintos tipos de quesos, diferentes dulces pero el mismo resultado: una combinación que hace estallar el paladar.

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