Es el fruto seco que más se come en todo el mundo. Las curiosidades de esta pequeña poderosa.
La almendra es una gran aliada para las recetas dulces – ¡qué sería del Pan Dulce sin ella!- y las saladas –la cocina mediterránea bien sabe aprovecharla. También se convierte en un snack saludable ideal para cargarse de buena energía. Y es un ingrediente imprescindible para los vegetarianos y veganos. Los almendros son árboles que se originaron en Persia, Siria e Israel hace miles de años. De tan atrás en el tiempo hablamos que incluso están mencionados en la Biblia. Parece que fueron los griegos quienes los llevaron por todo el Mediterráneo. A América llegaron a finales del siglo XVIII de la mano de unos misioneros franciscanos que plantaron esos árboles en lo que hoy es la región californiana de San Diego, Estados Unidos.
Ahora te vamos a contar varias curiosidades de este fruto delicioso:
Increíblemente desde que salen las flores del almendro hasta que se pueden recoger los frutos pasan nueve meses. ¡El mismo tiempo que tarda la gestación de un ser humano!
Los que más consumen almendras en todo el planeta son los habitantes de Emiratos Árabes Unidos. Se ganaron el primer puesto en el ranking porque ingieren una enorme cantidad: ¡un poco más de cuatro kilos por persona al año! Es el doble de lo que comen los españoles, que están en segundo lugar. Y muchísimo más de lo que sucede en Argentina donde, según los cálculos del Ministerio de Agricultura, se reduce a solo 127 gramos por persona al año.
Casi el 80 por ciento de la producción de todo el mundo sale de Estados Unidos, de la misma región de California en la que plantaron los primeros árboles en el siglo XVIII. Si nos comparamos con el resto, en Argentina producimos muy poca cantidad. Se calcula que son alrededor de 2.480 toneladas, menos del 0,20 por ciento del total.
La provincia argentina donde más se producen almendras es Mendoza, con un 75 por ciento del total. Le siguen, en orden de importancia, San Juan y Río Negro. En el país se comen más de dos veces la cantidad que se produce, así que muchas vienen de afuera.
Aunque no lo creas porque físicamente no son nada parecidas, la almendra pertenece a la misma familia de la manzana, la pera, el membrillo, el melocotón, la ciruela, la cereza, la fresa, el albaricoque, la zarzamora y la frambuesa, con los que comparte ciertos componentes. ¡Quién lo hubiera dicho! Por otra parte, si de esos otros frutos comemos la pulpa carnosa y tiramos el carozo, en el caso de la almendra solo comemos lo que está adentro del carozo, la semilla.
Y ahora viene un dato que seguro no tenías presente: así de rica y saludable como la conocemos, tiene una versión bastante peligrosa para el consumo humano. Se trata de unas almendras silvestres que liberan cianuro, un veneno muy potente, que les da un sabor muy amargo. Se dice que en la antigüedad, los egipcios, los griegos y los romanos usaban esas almendras para matar a enemigos o traidores. Parece que las dulces aparecieron a partir de un cambio genético hace unos diez mil años atrás en el Cercano Oriente.
Menos mal porque ahora el saber qué gen hace que las almendras sean dulces o amargas, permite hoy diseñar una sencilla prueba de ADN que a su vez posibilita conocer si una planta joven va a dar lugar a un árbol de almendras dulces o amargas.
Y ahora lo mejor: en ese pequeño envase hay una gran cantidad de grasas saludables, proteínas vegetales y fibra, oligoelementos, minerales y vitaminas, especialmente magnesio, calcio, hierro vitamina E y vitamina B. ¡En este caso se cumple el dicho de que lo bueno viene en frasco chico!